Anális Fílmico: Proyecto Nim

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Nim Chimsky (nombre con el que apodaron al chimpancé  de manera paródica, riéndose del repudiado lingüista  Noam Chomsky, que consideraba que los canales de comunicación era propios y exclusivos del ser humano), ha sido seguramente el simio más famoso del planeta tierra. Bueno vale, después de la mona Chita, que ella (en realidad él) también se lo ha ganado.

La historia y el material que hay detrás son para cualquiera que haya oído la historia ni que sea de pasada, una de las más interesantes dentro del mundo de la psicología. Nim Chimsky fue un experimento científico, educado como un niño dentro de una familia. La cuestión es que trataron de enseñar el lenguaje de los signos al chimpancé para que fuera capaz de comunicarse con el ser humano. Como ya es sabido, el simio consiguió memorizar bastantes signos, pero a la hora de la verdad, de construir frases y gozar de una sintaxis rica que le permitiera una comunicación, el experimento fracasó estrepitosamente. Nim sabía expresar con signos palabras como plátano, jugar o Beber, pero nunca llegó a construir frases que gozaron de algo más que simples palabras. Era evidente, el ser humano y el simio pese a compartir más del 98 por ciento del material genético son  bastante diferentes entre sí.

Vamos, que el material que hay detrás es increíble y el espectador puede empezar a salivar después de ver el hombre que hay detrás de las cámaras, James Marsh, el hombre que sorprendió a todo el mundo con el documental “Man On Wire” sobre el funambulista , Philippe Petit.

Sin embargo, la decepción es absoluta, porque la película se sostiene exclusivamente por el valor de las imágenes documental y de archivo, y por los testimonios tan directos del experimento, porque lo demás apenas carece de interés.

Para empezar, el documental deja de banda el aspecto más interesante de la película. Era difícil, todos lo sabemos. Retratar documentalmente todas las ideas sobre psicología y exprimir la historia era muy complicado, pero el problema es que no hay interés por retratar esa vía, sino que deja el material histórico más interesante de banda para realizar una aproximación libre al caso. Seguramente sea porque Marsh se mueva mucho mejor en aspectos que se alejan del cientificismo y cuando realmente se mueve como pez en el agua es al crear delicados momentos (para ejemplo, la escena en que Petit cruza el World Trade Center mientras escuchamos una de las magníficas Gymnopedies de Erik Satie).

Lo que pretende Marsh en el documental es un acercamiento a la parte más humana de nuestro protagonista principal, Nim. Ya esto es harto difícil de conseguir cuando la tesis que demostró el experimento es que sentimos y pensamos de manera totalmente diferente al resto de animales (Argumento que parece no estar muy de moda en plena época de tópicos y de mantras no razonados). Podemos citar la escena en la que Nim parece abrazar el gato, muy delicada y tierna. Claro, luego vemos que estábamos ante un caso de zoofilia y nos llevamos un chasco.

Entonces consigue el objetivo? En ocasiones muy contadas podemos empatizar con la simpática historia que nos está contando. Digo simpática y escojo el adjetivo ex profeso, rechazando reflexiva, brillante o apasionante. Porque se le da más importancia a la (falsa) relación entre madre simio que a otra cosa. La banalidad puede inundar la pantalla durante muchos momentos.

También es cierto que el ambiente Hippie que acompañaba al experimento en sus primeros momentos no ayuda demasiado. Vamos, que ver fumar marihuana a un mono no debe de tener mucha gracia si tienes más de cinco años, pero el caso es que alguno de los que pululaban por ahí se lo quería pasar en grande. Y claro, que esto salga a relucir en el documental, cuando no hay alguna justificación más seria que sacar a la palestra resulta un poco cómico. También encontramos alguna que otro diálogo que está metido con la única justificación de llamar la atención al espectador que otra cosa (durante el principio de la película hablan sobre los procesos onanísticos del simio para no volverlo a mencionar durante todo el metraje, yo al menos me quedé con las ganas de saber si utilizaba el gato o no).

proyecto-nim-1 El personaje absoluto, Nim Chimsky y uno de sus educadores.

La estructura lineal del film (origen, desarrollo vida y muerte) no ayuda precisamente a encandilar al espectador que se anticipa dos o tres pasos a lo que la película narra. Por otra parte las imágenes de archivo si destacan, pero por sí solas, porque gozan de tanta belleza (los gestos entre profesores y el simio)  que lucen por ellas mismas sin necesidad de cualquier otro acompañamiento. De todas maneras las entrevistas también acaban en fruslerías que intentan quitar hierro al asunto y que denotan pocas luces a la hora de seleccionar las partes habladas.

Es una pena, porque realmente prometía. Por cierto, supongo que para no quitarle el lado bonito del documental, se olvidaron de decir que el mono acabó alcohólico perdido. Noam Chomsky ganó esta vez., argoderse.

5/10

Kyrios

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