El Musical y Sombrero de Copa

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En el1929 se estrenó la primera película sonora, o eso dice la historiografía menos rigurosa, cuando apareció en la gran pantalla la película de Alan Crossland, titulada el Cantor del jazz. En realidad esta película fue una de las primeras que utilizaba el recursos sonoro, pero realmente aún tenía una estructura totalmente muda y solo se trata de una película parcialmente hablada. Pero claro, una de las frases que el mítico actor de la película Al Jolson recitaba era: Eh! Escuchen! Esto sólo acaba de empezar!. Los historiadores ya tenían la leyenda hecha realidad, así que se aprovecharon de esta frase…y del extraordinario éxito que tuvo la película de Crossland, una obra que ciertamente era bastante irregular. En realidad la primera película totalmente sonora se trata de la olvidada Luces de Nueva York.

¿Es casualidad que la película de Crossland fuera un musical? Seguramente no, y es que el género fue totalmente sobreexplotado con la aparición del recurso sonoro. El porqué es bastante fácil de intuir. La gente estaba totalmente sorprendida con unas películas que habían pasado de convertirse en silentes en obras que disponían de múltiples recursos sonoros. Ahora, por fin, las estrellas de la gran pantalla podían hablar y la gente podía escuchar su voz. El público estaba totalmente entusiasmado, y se creó un auténtico fenómeno, que duró bastantes años (hasta que las nuevas generaciones dejaron de gozar con la música de generaciones pretéritas). El género musical había empezado su andadura.

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Sombrero de Copa seguramente sea una de las películas prototípicas de la RKO y del sello inconfundible que imprimían sus dos estrellas, Fred Astaire y Ginger Rogers. Recordemos que en aquellos años el sistema de estudios estaba en su máximo apogeo. Esto significa que los actores no tenían el mismo poder de decisión que las estrellas de ahora. En el sentido de que el contrato les unía de manera casi esclavista con la productora con la que habían firmado. Es decir, toda persona que firmaba con una productora (no sólo actores, también los contratos incluían técnicos de iluminación o asistentes de dirección) estaba comprometida a trabajar de manera exclusiva para ella. El resultado fue que cada productora tenía sus propias maneras de hacer película y se podía discernir un sello en cada producción. Incluso cada compañía diferente tenía un target de público distinto y contaban con estrellas que gustaban a un u otro tipo de espectador determinado.

En la RKO encontramos a Fred Astaire y Ginger Rogers, una de las parejas más exitosas del género musical. Además con sombrero de copa recibieron diferentes nominaciones a los premios de la academia, incluyendo el de mejor película.

Y es que sombrero de copa es un clínic del cine de la RKO musical. La trama es arquetípica y podemos encontrar múltiples detalles que son constantes en otras películas de la mítica pareja.

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En la mayoría de películas musicales los protagonistas formaban parte del espectáculo de música o se mueven en este ámbito profesional. En este caso, el personaje de Fred Astaire se trata de un carismático bailarín. De esta manera los argumentos podían aprovechar para sacar el máximo jugo posible a sus intérpretes. Recordemos que Fred Astaire era un consumado bailarín y un experto en el claqué. En sombreros de copa lo podemos ver perfectamente, pues la película es un gran escaparate para que el actor pueda mostrar sus dotes artísticas. Esta es una de las características básicas del género. La película en realidad puede verse como un simple velo que nos sirve para destapar a los grandes números o stagies (el nombre técnico de los números musicales) de las estrellas. Lo podemos comprobar porque si uno ve la película quitando las stagies o número musicales nos daríamos cuenta de que no entorpecen para nada en la trama de la película.

También la trama es la misma que en otras películas de la productora. El amor entre los dos personajes protagonistas es el motor de la cinta. Siempre entre los dos habrá escarceos e incluso terceras personas que tratarán de dinamitar la relación entre ellos, pero siempre el final será feliz. La gente de los años treinta veía en los musicales una total vía de escape a la triste realidad social en la que se veía envuelto. Por eso los protagonistas siempre acostumbran a ser personajes totalmente alejados de las clases bajas (la gente no quería que le recordarán su miseria) y por este mismo motivo gozan de un glamour a los que sólo unos pocos estaban al alcance. Y claro, el final feliz era totalmente indispensable para que el espectador moderno llegará a la catarsis clásica.

Siempre se acostumbra a olvidar a uno de los grandes actores del musical clásico, y me refiero Edward Everett Horton. Seguramente porque él no bailaba en ningún momento, sino que simplemente era el mejor acompañante de Fred Astaire, como sucede en esta película y como también sucedía en la Alegre divorciada (1934). Seguramente él no fuera el favorito del público pero con el paso del tiempo su trabajo ha sido revalorizado y es que la vis cómica que tenía era más que perfecta y cumplía sobradamente con el trabajo de segundo espada.

astaire21

7/10

Kyrios

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