Ciclo Grigoriy Chukhray: El cuarenta y Uno

Imagen Cartel promocional de la película

Decía el historiador Román Gubern sobre el cine soviético (y además extendía este concepto en otros campos artísticos) que la mejor cualidad que tenían aquellas obras era su profundo romanticismo. Viendo el Cuarenta y Uno, película de Grigori Chukrhay, no podemos más que asentir (aunque siempre sin tomarlo al pie de la letra) con la afirmación de Gubern.

Imaginaos que en plena revolución rusa se enamora una joven francotiradora del ejército soviet, con un oficial del ejército blanco, para entendernos, un Romeo y Julieta socialista. Evidentemente el tema es más que interesante y ya suscita cierta polémica, pero la verdad es que la película supuso una apertura dentro del cine soviético (siempre con cierta precaución), porque durante el primer mandato de Stalin se había encerrado totalmente en sus propias reglas y no tenía ninguna salida hacia el exterior. No me refiero ni mucho menos a que El cuarenta y uno tuviera un éxito de público más allá de las fronteras de La Urss, pero si se estrenó en diversos festivales europeos y tuvo una calurosa acogida por la crítica especializada..

cuarenta y uno

El oficial del ejército soviet. Pese a tratarse de una película realizada en el 1956, como podemos observar, la fotografía es un gran logro estético.

Y no es para menos, porque la película tiene elementos muy interesantes. Podríamos decir que se divide en dos partes. En la primera parte de una columna del ejército soviet se dirige hacia una ciudad, pero durante el trayecto (que se realiza por medio del desierto) se encontrará con una caravana de Kazajos que cuentan con el personaje del oficial del ejército blanco. Después de una pequeña refriega, el oficial será capturado y empezará a surgir la relación entre los dos protagonistas principales.

Esta primera parte de la película se trata de un retrato de una auténtica odisea por la que transcurren los hombres en su paso por el desierto. Para ello el director, Grigori Chukray se sirve de una dirección muy interesante y que en ciertos aspectos incluso nos puede recordar al género norteamericano del western, como la enfática utilización de la música, que se adapta a los momentos de más tensión dramática y se eleva de manera muy particular, además de compartir muchos parecidos de estilo con el tipo de música del western clásico.

Evidentemente, ideológicamente la película se encuentra en las antípodas del cine norteamericano y podemos ver perfectamente como a partir del film se desarrollan ciertos lugares comunes que son habituales en el cine soviético  Por ejemplo los diversos discursos que da el oficial, enardeciendo a sus hombres a seguir y poniendo siempre la revolución como tema principal. Por otra parte el ejército blanco es representado de manera que el espectador lo identifique siempre con el enemigo, por eso mismo utiliza un vestuario muy identificable con ellos  y los pone siempre con cara de circunstancias (como por otra parte hacía George Lucas en Star Wars, haciendo que todos los sirvientes del alto ejército de Darth Vader parecieran de etnia caucásica).

cuarenta y uno 2 el personaje femenino, siempre dispuesta con su rifle a luchar por su ideología.

Pero el film no se trata de una obra más de propaganda, sino evidentemente no habría sido recordada. Durante esta primera parte del film, ya el director nos enseña como tanto el ejército rojo como el blanco no tiene ningún tipo de piedad con el pueblo kazajo, que sufre los daños colaterales de la guerra. También es interesante ver los diversos recursos de los que se sirve Chukhray para la película.

No acostumbra a utilizar los encuadres habituales del cine occidental, sino que muchas veces se sirve de ángulos poco corrientes para nuestra mente europea, como contrapicados y picados, de los que se sirve para adecuar el contenido dramático de la película con la forma. Así el oficial y sus rudas maneras son retratadas de una manera particular en el film, mientras que a los diversos soldados no se les define igual, sino que utiliza encuadres que engloban a más protagonistas. Por otra parte también encontramos la abundante utilización de primeros planos, que encadenados de diversas maneras logran profundizar la idea de tensión que viven los hombres durante la odisea de travesar el desierto, y que acabará con la vida de más de uno. A destacar la magnífica transposición de imagen que realiza el director sovietice entre el cuerpo de uno de ellos y una cruz que simboliza el entierro en el plano siguiente.

Sin embargo, lo más destacable de la película se trata de la segunda parte de la película. Por diversas circunstancias, el oficial y la francotiradora se verán envueltos en una tremenda tormenta que les obligará a convivir unidos en una isla desierta. La situación nos recuerda a otras obras de aventuras, como Robinson Crusoe, que el mismo oficial del ejército blanco nos citará en diversas ocasiones.

Durante esta convivencia en la isla, los dos personajes, que revelan cada uno los tópicos sobre sus principales ideologías se verán obligados a convivir en armonía  Y evidentemente, los dos acabarán enamorándose. Es precioso ver como el director, pese a la diferencia ideológica entre los dos protagonistas principales es capaz de construir un ambiente tan romántico.

cuarenta y uno 3 La pareja protagonista en la isla desierta. Una estampa totalmente romántica y que nos puede evocar a la literatura de Robert Louis Stevenson.

El oficial representa el modo de vida individualista, egoísta en algunos aspectos, cansado ya de las guerras y de los problemas de la gente, trata de aislarse del mundo, mientras que ella está repleta de vida y pese a no disponer de una amplia cultura, tiene una fuerza vital y un sentido de la comunidad muy fuerte.

También el paisaje y la tormenta van a la par con la intensidad dramática de las escenas que tendrán lugar en el refugio abandonado de la isla en la que se encuentran los personajes. También evidentemente vemos una confrontación entre la dupla patria y amor.

Los debates entre los dos personajes principales son realmente el quid de la película y su interacción entre los dos, releva que la película es más que un folleto propagandístico. Y para muestra final tenemos la última secuencia, que denota una gran profundidad y una fuerza increíble. Si el director la hubiera cortado con el simple disparo habría quedado ciertamente una obra maniquea, pero el abrazo final y el profundo arrepentimiento demuestran la sensibilidad artística de  Chukhray.

7/10

Kyrios

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