Ciclo Nicolas Winding Refn: Pusher III (Soy el ángel de la muerte)

pusherIII

Después de largo tiempo sin retomar sus personajes de su primera película, El director danés Nicolas Winding Refn decidió terminar su trilogía Pusher, rodando en dos años, sus dos últimas partes. Pusher III pues, es el broche final a la radiografía que realiza el danés por los suburbios de la inmundicia danesa.

La película, al igual que la segunda parte, retoma uno de los protagonistas de la primera, en este caso, el serbio Milo. Como es lógico, hay muchas coincidencias con las películas anteriores, aunque es cierto que Pusher III se abre un poco más en ciertas escenas hacia un misticismo crudo y descarnado. Al igual que en las anteriores entregas, nuestro personaje principal habrá de enfrontarse ante una situación que desequilibrará su “Status Quo” para finalmente volver a recuperarlo, después de una serie de acciones que trastocarán su vida para siempre. Pusher III sigue este esquema, condensando además el tiempo de acción en un único día, en el que Milo verá como está a punto de perder su negocio de drogas.

Una de las máximas que sigue Refn para su película es el conseguimiento del verismo, que es presente en casi todo el metraje de la película. De hecho, para las escenas en la que los drogadictos se juntan como terapia, Refn contó con gente que tenía problemas reales de adicción a las drogas. Milo mismo es un personaje principal que no destaca especialmente por ser un héroe o un ser singular. Más al contrario de primeras puede incluso chocar que un personaje como él sustente todo el peso de la película. Pero es que precisamente al director no le interesa recrearse en un mundo cinematográfico como pueda ser el que ha creado Scorsese en sus películas sobre gánsteres, sino que al contrario de los mitificadores films norteamericanos, Refn se acerca de la manera más verista posible a este mundillo de drogas, violencia y prostitución. Por ello Milo no es una mente criminal brillante, sino que tiene un negocio que hasta puede parecer familiar (y de hecho Milo no es danés, sino serbio). Milo físicamente ya supera los cincuenta y está realmente de capa caída, aunque sigue siendo un personaje influyente dentro de su mundo. Además cocina, una rara avis para un personaje del que se presupone ser un narcotraficante.

images (1) Milo se diferencia bastante de los personajes heroicos de Martin Scorsese

Además, como también hace en las anteriores películas de la entrega Pusher, Refn hace que la cámara se acerque a los protagonistas en todo momento. De hecho en la primera parte de la película, cuando aún no se ha desencadenado la tormenta, sino que simplemente se muestran  los hechos, la película podría pasar perfectamente por un documental. Cámara en mano, el director danés se adentra en las intimidades más personales de nuestros protagonistas. Pequeños cortes entre planos, movimientos de cámara al unísono mientras transcurre la acción…Todo forma parte de este acercamiento que desmitifica la figura del mafioso.

Pero a medida que avanza el film y los hechos se van sumando al caos, el director empieza a explotar las posibilidades formales de la película. Una de las secuencias más conseguidas de la película es el momento en que Milo vuelve a caer en las drogas. Pese a que es el cumpleaños de su hija y había prometido ante sus compañeros de desintoxicación que no iba a consumir nada, Milo recae en las drogas. Se la ofrecen y ahí el director empieza ya a distorsionar la obra mediante la utilización del ruido. Y es que precisamente Refn redescubre el ruido para la película. Incluso más que la música, porque es mediante el ruido con el que el director consigue crear unas atmósferas terribles que representan perfectamente el mundo interior de tan destrozados protagonistas. Así, mientras Milo está a punto y durante el proceso de tomar heroína, un sonido distorsionado empieza a acompañar la secuencia, un sonido que no es precisamente agradable al oído, sino que resulta molesto y que trata por otra parte de simbolizar el mono del protagonista. Se trata de una guitarra eléctrica, pero que no suena de manera melódica, sino más bien como una percusión que marca el ritmo interno de la droga.

images (2) La película es seguramente una de las mayores muestras de la violencia en el cine.

Aparte del tema de las drogas, hay que destacar que la película toca la violencia de una manera tan magistral como perturbadora. Es una película realmente cruda. De hecho es seguramente la película más impactante de la trilogía. Hay momentos en que el director, volviendo a jugar con los ruidos, es capaz de imprimir una tensión tan palpable entre personajes confrontados que uno sabe que sólo la violencia podrá acabar con semejantes discusiones. Finalmente la violencia hará su aparición y Refn, en una de sus tónicas habituales en su cine, no tratará de taparla, sino que la mostrará en todo su esplendor. Eso sí, no hay una oda a ella, sino que simplemente la describe como un hecho mecánico y necesario para poder sobrevivir en este mundo oscuro que el director describe.

8/10

Kyrios

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